Diálogos poéticos: un texto de fe

A ras de piso, soy un grito ahogado y una sonrisa ignota. Escala 1:  Me convierto en palabras que dicen, en versos que buscan, en poemas palomas mensajeras. Escala 2: Continúo en otro que pertenece a un mar desconocido bajo el mismo viejo cielo. Escala 3: Sucede el prodigio y las palabras entremezclan sus destinos. Para Freddy, el diálogo poético es… una plegaria respondida.
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Hablando con versos

Al desconocido me une la inquietud poética por las preguntas y las respuestas, por la posibilidad de gritar entre abismos y que el eco sea un canto nuevo, la continuación de alguna idea, aunque por otros caminos según dispongan las letras. Así, podemos decir, como en otros textos de fe, que, en el principio ―al menos para nosotros― fue el verbo.

Dije un poco sobre mí con insinuaciones, con abstractas pinceladas desde mis rincones. No lo sabía, pero extendía una plegaria por el Hombre, por las sombras en las que pernoctamos cuando huye de cada uno el mediodía. No lo sabía, pero cuando mi oración fue respondida, a los pocos días, acababa de descubrir la otra punta de la línea; tal vez no entendía realmente lo que se decía, pero mi propia sonrisa reveló alguno de sus significados.

Entonces, dije otra cosa; el desconocido, otra; en una conversación más bien corta que hablaba de los infinitos. Cada verso rimó con su propio tiempo y jugó con los ecos del otro lado del espacio, de la otra cara de los silencios, con la voz del desconocido ―mientras ambos dejábamos de serlo un poco, al menos cada uno para sí mismo.

Se atrapa al vuelo una palabra, quizá un verso de música persistente, una línea que se convierte en camino; que se une a otra ―o no― y forman autopistas. Un paso él, otro yo… y así hasta que la poesía misma decide qué hacer con nosotros.

Entonces, el tiempo.

Un amigable espía se revela: un tercero que escucha nos convoca a leernos y así descubrimos otros significados, otras conexiones y sentidos completos; somos testigos de nosotros mismos en la unidad de preguntas y respuestas sin la interrupción del silencio de las esperas. Nos descubrimos en un amplio sendero al conocer formas nuevas de lo que ya hemos dicho.