El significado de la palabra «tiempo», en el diccionario de la RAE, es «duración de las cosas sujetas a mudanza». En ese sentido, el ser humano es una de esas «cosas» que dura y está sujeta al cambio. En otras palabras, lo constante en las cosas, animadas o inanimadas, es el cambio, porque incluso una roca es horadada por el constante paso del agua.
El ser humano se sitúa en el tiempo y lo natural en él es el transcurrir, ya sea lento o raudo; el modificarse por dentro y por fuera; el dejar permanente algo que nunca se pierde, pero sí se transforma, porque va siendo… Sin embargo, esa constante mudanza a la que se ve enfrentado permanentemente el ser humano puede causar temor, angustia, miedo, sufrimiento…
Pasado, presente, futuro
En el pasado, se sitúa lo conocido, el lugar seguro, ya sea que remita a la felicidad o a la infelicidad. En este mundo del pasado, se pueden encontrar, entre otras, dos escenas. La primera está llena de trastos rotos, heridos, viejos o en desuso, que no se mueven nunca por temor, que se abandonan al polvo y a los malos olores; no importa, allí no se debe entrar y si se hace, se debe alterar lo menos posible el ambiente. La segunda escena es una habitación limpia, iluminada, con aroma de plantas provenientes de un pequeño jardín que asoma por la ventana; se oyen risas de personas amadas y olores que despide el horno de una cocina cálida. Sin embargo, ambos escenarios ya pasaron, se fueron, no volverán.
En el presente, vive lo intangible, lo que no se puede atrapar: infinidad de instantes que vienen unos tras otros y, a pesar de ser abundantes, pasan inadvertidos, porque generalmente la mente está en otro tiempo, en otro lugar. El presente es el tiempo desaprovechado por excelencia; en él, casi nadie vive; son pocos los que en él se dan el lujo de existir.
En el futuro, vive lo inexistente, el ser humano será, estará, hacia allá tenderá. Si no lo olvida, extenderá su mirada desde el presente, pero mucho más allá de la línea del horizonte, porque ojo humano no lo alcanza a divisar. Este tiempo tiene la particularidad de generar temor o ensoñación y, lo más curioso, estos sentimientos surgen a partir de lo que no ha ocurrido.

Pasos simples para vivir
Las emociones, lo más volátil y pasajero del ser humano, son las que a menudo nos desubican en el tiempo. El dolor, la ira y el miedo pueden someternos e inmovilizarnos. Cuando la voluntad se quiebra y la imaginación trabaja en contra nuestra, las edificaciones que construimos pueden llegar a ser muy difíciles de franquear.
Sin embargo, la confianza puede surgir. Cuando visualizamos un segundo aquello que nos espanta y de un segundo aumentamos a dos, a tres, a cuatro, paulatina y sucesivamente, los temores se aflojarán. Comenzar a hacerlo puede ser difícil, pero con constancia se logra. Lo cierto es que evitar los temores generará su aumento gradual; en cambio, enfrentarlos a diario nos llenará de confianza y sentiremos el poder necesario para enfrentarlos y posteriormente superarlos.
La repetición de una palabra o mantra en momentos de angustia o de ira ayudará a que nuestra mente se calme y se concentre en ella, en su color, en su significado. Ubicar una de nuestras palabras preferidas, ambientada por el color y los sonidos favoritos, asociada a instantes de calma y tranquilidad, y repetirla puede hacer que estos momentos pasen poco a poco.
Ante el dolor, un espejo puede ayudar. El abrazo como consuelo no necesariamente viene de una segunda persona. Abrazarnos y decirnos palabras motivantes puede hacernos sentir ridículos, pero funciona. Pasado un tiempo ejecutando esta acción, se irá acercando la posibilidad de aceptar el dolor que no se puede evitar o de decirle con valentía «adiós» definitivamente, cuando se trate de un peso que se carga sin necesidad.

La sorpresa se hace presente
Sin darnos cuenta y con los deseos muy vivos, el propio ritmo va surgiendo y las señales del presente van apareciendo: un nuevo libro, unas palabras que nos remueven por dentro; un proyecto que revive y ahora tiene sentido, una planta que florece; los dedos en un lápiz, un trazo sobre un página en blanco que dice muchas cosas… ¿Niñerías? Si somos como niños, que toman el mundo entre sus manos, estamos en buen camino.
Las anteriores estrategias contribuirán a ubicarnos en el presente, tiempo desde el cual aseguramos la vida plena, tiempo que nos envestirá del poder suficiente para agradecer por el pasado y proyectar el futuro con esperanza.
Ángela Yaneth Franco Silva