Podemos temer la escritura por un montón de razones, pero… ¿podemos discutirlo?
No pretendo decir que escribir sea fácil, pero sí comenzar a hacerlo.
Aquí un secreto: nadie tiene por qué enterarse.
Puedes sentarte, en soledad y silencio, frente a la página y escribir, por ejemplo, el nombre de un animal. Jugar luego con él, llevarlo a pasear por alguna montaña y cantarle. No tienes afán por regresar a casa, así que puedes contarle cómo nació, describirle su cara; incluso, galopar sobre él y visitar un sinnúmero de personas para dejar en sus puertas palabras de amor, paz o diversión, anécdotas reales o inventadas. Si no tienes soledad y silencio, tu página puede nacer imaginada: invitar a ella al animal que elegirías y pedirle consejo: que te diga cómo lograr un momento de tranquilidad. Luego, cuando tengas el papel, dejarte llevar.
Escribir es imaginar, y nadie ha de juzgarte por ello.
Escribir es poder, crear, arriesgarse a responder nuestras propias preguntas, revisar la realidad y entenderla de formas nuevas, incluso superar las angustias, las tensiones y temores, conocernos mejor. Como dije, puede ser tu secreto, será tu decisión compartirlo y cuándo hacerlo. El texto es, al menos en principio, para su creador.
¿Recuerdas que arriba dije “diversión”? ¡Sí, en la escritura es posible burlarse de uno mismo y las circunstancias! Cambiar la historia propia y la oficial, mejorar los finales o variarlos hasta el infinito, cumplir los deseos, dar las noticias. Tu próxima lista de compras adórnala con seres mágicos o intenciones: por ejemplo, agrega una libra de coliflor visitada por colibríes, una barra de pan para titanes o dos jabones con olor a jardín atlántico. Luego, si quieres, escribe saludo y despedida, y entrégalo como telegrama a quien se encargue de ir al mercado.
Igual, puedes empezar por una o dos palabras al día: quizá las palabras clave de todo lo que sueñas, opinas o fantaseas.
No temas tachar, corregir, reintentar, solo hay posibilidades de mejorar.
¡Mira, por ejemplo, este artículo! No es perfecto, pero gocé haciéndolo, pensando en ti y aquí estamos. Si llegaste a este punto, algo debió salir muy bien. Te dejo un abrazo de palabras.
Creo que esto era, en realidad, una carta.
Imagina una respuesta.
Freddy Giovanny Oliveros Pinzón